"En todos los países democráticos hay un real problema de violencia policial"

"En todos los países democráticos hay un real problema de violencia"

Primera vez de visita en Chile, el abogado especializado en Derechos Humanos, con más de 10 años dedicado a la investigación en violencia policial, afirma que: “En todos los países democráticos, dejando de lado las dictaduras, hay un real problema de violencia policial. Basta ver lo que ha ocurrido en Estados Unidos, en donde a pesar de haber democracia, existe un grueso problema de violencia policial, sobre todo hacia la población afroamericana”.

Pierre Arnaud Perrouty es parte del Observatorio de Violencia Policial en Bélgica, el cual recibe denuncias de personas de diversos ámbitos, que testimonian abusos de parte de la policía. “He investigado las causas y he hecho un mapa de las denuncias en Bélgica. El sitio tiene 3 objetivos fundamentales: Informar sobre los Derechos Humanos en relación a la policía; que cada persona pueda relatar su experiencia, donde hay control riguroso de la veracidad; y que la experiencia pueda servir para cambiar o contribuir a la política y mejores prácticas de la policía”, indica.

Entre los casos emblemáticos de violencia policial, Pierre Arnaud recuerda un arresto en la vía pública que se hizo a una persona belga que padecía problemas psicológicos: “En la comisaría hacía mucho ruido, lo que generó la molestia de la policía y llamaron a un cuerpo especial para que interviniera y se hiciera cargo de esta persona. Lo golpearon hasta matarlo. Los policías fueron condenados, pero salieron libres bajo fianza. Este caso no se habría conocido de no haber cámaras”, sentencia.

También menciona el caso una mujer nigeriana, Semira Adamu, quien fue expulsada de Bélgica. No tenía sus documentos en regla. “Hizo lo posible porque no la subieran al avión, se opuso y la policía encargada de trasladarla usó tanta fuerza que la asfixiaron al punto de matarla. Los mismos policías filmaron todo esto para tener una prueba y de alguna manera poder ‘justificarse’. Si no hubiera habido alguien filmando, este caso no se hubiera sabido”, comenta.

La violencia policial es un problema de todos los países. “En Bélgica hay varias situaciones difíciles relacionadas con la violación a los Derechos Humanos y la violencia policial es uno de ellos. No es el principal, pero es uno de los cuales viene a crear un clima general de violencia. Las políticas que reprimen a inmigrantes han comenzado a expandirse”.

-Ante tales situaciones, ¿qué se puede hacer, cuáles son las recomendaciones?

-Lo primero es cambiar la mentalidad del cuerpo de policía, porque actualmente la política es enfrentar los problemas a puertas cerradas, al interior de la policía y eso genera mucha desconfianza en la sociedad. Es necesario que la policía reconozca públicamente que hay ciertos problemas y que sea transparente para que la sociedad retome lentamente la confianza.

En la actualidad, solo se dictan conferencias sobre Derechos Humanos, pero evidentemente no son suficientes. Una clase de Derechos Humanos durante dos horas no basta. Nosotros como Centro de Acción Laica seguimos estudiando y analizando de qué manera profundizar en mejoras, tal vez ir a terreno, juegos de rol, etc. Estamos analizándolo para poder cambiar la mentalidad.

-En los casos mencionados de violencia policial, los policías quedaron libres. Entonces, ¿hay que ser más rigurosos en las sanciones?

-En un gobierno democrático, para que eso sea posible, hay que seguir una serie de reglas dentro de la democracia. Si una sola de ellas se pasa a llevar, entonces todo se cae. Hay que tener un cuadro legal, una ley de policía que establezca claramente lo que puede, debe y no puede hacer la policía y, al mismo tiempo, un código deontológico propio. Hace 15 años existe en Bélgica la ley y 10 años el código, pero aún así falta mucho. La gente tiene que denunciar los casos de violencia policial en las mismas comisarias. Si las personas intentan denunciarlo en la misma comisaria, generalmente es muy difícil. Entonces eso genera un rechazo de parte de la policía. Para ello, es fundamental tener pruebas, certificados médicos, fotos, videos. El Poder Judicial tiene que seguir y apoyar estas medidas. El camino tiene que ser coherente. Finalmente, las penas que se dan a los policías son muy livianas, comparadas con un civil que comete el mismo delito. Entonces, vemos que la policía tiene una impunidad notoria.

Agrega que: “Existe una gran diferencia entre Estados Unidos y Europa, tanto en la sociedad como en la policía. En Estados Unidos gracias al libre uso de armas, hay una violencia declarada junto a una cultura racista. Países de buenas prácticas en violencia policial podrían ser los países escandinavos: Suecia, Noruega, Dinamarca. Países que han demostrado avances en varios aspectos. Tienen características definidas, son más homogéneos, son países grandes en territorio con poca densidad de población, pocos extranjeros, una seguridad social muy fuerte”.

En cuanto a Chile, señala que la violencia policial “debería ser tratada en tribunales civiles y no en tribunales militares, como es el caso. La aplicación de la Ley Antiterrorista es un claro ejemplo de violencia a los Derechos Humanos del pueblo Mapuche. En Bélgica, por ejemplo, no hay ley que prohíba filmar o sacar fotos a la policía y así debiera ser en todos los países”.

¿Rol de árbitros frente al gobierno? El abogado belga revela que “desde la Liga de los Derechos Humanos no es fácil incidir en las políticas, pero es un avance el ser recibidos por las autoridades y poder plantearles nuestras sugerencias. Hay periódicos encuentros con ellos para intentar tener un dialogo fluido”.

La visita de Pierre Arnaud Perrouty deja abierto los lazos entre el Centro de Acción Laica y la Escuela de Salud Pública para colaboraciones en el trabajo de Derechos Humanos, intercambio de experiencias, literatura e información en temas como el aborto, por ejemplo, “la iglesia Católica usa la objeción de conciencia a su conveniencia y les pide a los médicos católicos que la citen. Espero que esa discusión llegue también a Chile y, a medida que se avance en estos temas, la iglesia va a contraatacar usando el argumento de objeción de conciencia”.

Por Sandra Vargas B. Periodista Escuela de Salud Pública UCh

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