Esta investigación cualitativa, liderada por Miguel Flores, académico del Instituto de Salud Pública de la UACh, indaga en experiencias de infancia de varones homosexuales, entre 18-45 años, y en cómo enfrentan continuamente el estigma como parte de su desarrollo personal y social desde el principio de sus vidas. Dicha estigmatización proviene de diversos contextos en donde el niño se desenvuelve, como parte de un modelo heteronormativo, en donde se le imponen parámetros de lo que debe ser aceptado y lo que no.
El investigador principal explica que “dentro de las situaciones por las cuales deben pasar los niños que están descubriendo su identidad sexual está la de ir al médico a propósito de los cambios y diferencias que experimentan. En la lista de visitas figuran médicos generales, pediatras y psicólogos, entre otros”.
En cuanto a las emociones y experiencias descritas en las entrevistas, el psicólogo afirma que “está presente la estigmatización percibida al ser llevados a profesionales de salud, que asociaban el hecho de ir al médico porque algo andaba mal o porque jugar con las niñas era una conducta inapropiada. En otros casos se describe una experiencia acogedora o amable, pero siempre asociada a la dinámica del secreto, que tiene que ver con el sentir que ser distinto es malo… que no se note. Ninguno de los entrevistados tuvo una revelación. La respuesta familiar no se ve modificada y se aprecia un nulo trabajo conjunto con la familia para ayudar a enfrentar los cambios de identidad”, asevera el profesional.
De esta forma, la estigmatización “aparece fuertemente asociada al motivo de consulta, ubicando la atención de salud como consecuencia de un malestar percibido por la familia o como una respuesta a un evento angustiante, como un intento suicida o de sufrir bullying en el colegio”, asegura.
El docente explica que “estas experiencias revelan que las atenciones de salud no tuvieron un efecto positivo en la problemática de los pacientes. Al contrario, la percepción preponderante que quedó en ellos fue la heteronormatividad. Es decir, que el ser hetero era mejor que cualquier otra cosa y que para la familia era mejor que sus hijos fueran ‘hombres-hombres’. Por tanto, no se produjo posteriormente ningún cambio en ellos”.
Ante los resultados, el profesional destaca que “se debieran generar espacios de acogida en los mismos profesionales de la salud y recomendaciones sobre cómo integrarlos y aportar en cómo debiéramos actuar en función de los conocimientos adquiridos. De esta forma, concientizar a los mismos profesionales de la problemática de la cual también son parte”.
La metodología del trabajo incluye entrevistas en profundidad a 27 hombres homosexuales, quienes fueron seleccionados a través del método de bola de nieve. El trabajo de campo se realizó entre enero a julio de 2015. Posteriormente de firmar consentimiento, fueron aplicadas entrevistas con preguntas abiertas.
Respecto a ser uno de los trabajos galardonados de la XXXII versión de las Jornadas Chilenas de Salud Pública, el profesional afirma que “siempre cuando uno investiga tiene duda si será interesante para alguien más. Este reconocimiento me reafirma que este tema es relevante para el desarrollo de la salud pública y que puede transformarse en una línea de investigación en el tiempo”.
Por Sandra Vargas Bravo
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