SEÑOR DIRECTOR
El alto gasto de bolsillo al que se enfrentan los chilenos es alarmante y casi un 40% se produce a la hora de comprar medicamentos. No hay ningún otro bien o servicio en salud que se le acerque. Esto supone que para quienes enferman inesperadamente o sufren de patologías de alto costo sin cobertura (GES o Ley Ricarte Soto), están destinados a sufrir no solo la carga de la enfermedad, sino que de gastos catastróficos.
Más de la mitad de los medicamentos consumidos en Chile corresponde a medicamentos similares o de marca, los cuales están entre los más caros de la región. En contraste, los precios de medicamentos genéricos se encuentran dentro de los más bajos. Pese a ello, todavía estamos lejos de los niveles de uso de genéricos de otros países de la OCDE como EE.UU., Alemania o Reino Unido. Más aún, para muchos medicamentos no existen aún alternativas genéricas en el mercado debido al sistema de patentes.
La Ley de Fármacos 2, actualmente en discusión, puede abordar algunos de estos aspectos: 1) Fomentar la intercambiabilidad mediante una receta libre de marcas; y 2) eliminar las influencias indebidas (regalos, invitaciones, entre otros) de la industria farmacéutica que busca influir sobre las decisiones de prescripción de los médicos y otros profesionales de la salud. Esperamos que nuestros parlamentarios y autoridades estén a la altura del desafío.
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