Limitación del esfuerzo terapéutico para una muerte digna: una mirada para los equipos de salud en tiempos de crisis

Limitación del esfuerzo terapéutico para una muerte digna.

El desgaste humano de los equipos de salud ha sido escasamente abordado durante la pandemia. El enfrentarse a decisiones complejas, que involucran dimensiones éticas y emocionales, como la muerte digna, es parte de las tensiones que viven a diario. No todos cuentan con tiempo ni apoyo para movilizar recursos que permitan manejar la carga psicológica asociada (estrés, miedo y frustración).

Los recursos tecnológicos que brindan el soporte vital han resultado insuficientes para cubrir la alta demanda de pacientes agravados, en una cultura hospitalaria donde predomina el uso de tecnología y en la que la muerte es vista, muchas veces, como un fenómeno técnico y despersonalizado. El deber profesional de “salvar vidas” sitúa a la muerte como una derrota del esfuerzo clínico. No obstante, los equipos de salud pueden facilitar que el morir sea un proceso digno y con menor sufrimiento. Un tránsito más humanitario entre la vida y la muerte ayudaría a reducir la carga emocional para éstos y las familias de los pacientes.


La limitación del esfuerzo terapéutico (LET) es una alternativa. Implica tomar decisiones en torno al final de la vida con el propósito de evitar el sufrimiento, mediante el retiro o no inicio de medidas terapéuticas en pacientes que, a juicio profesional, no tienen posibilidades razonables de recuperación. Uno de los mitos sobre la LET es que induce directamente la muerte, lo que no es real. La LET permite que la muerte ocurra producto de la propia enfermedad y en las mejores condiciones posibles, en base a criterios como la certeza de la irrecuperabilidad del paciente y la coherencia entre ésta y la dimensión clínica. El retardo de estas decisiones favorece un uso excesivo de técnicas que derivarían en un proceso de muerte deshumanizado, ya que los equipos de salud actuarían más allá de lo técnicamente posible y éticamente admisible, situación contraria a la dignidad del ser humano.

La decisión sobre la LET no debe caer solo en el médico/a tratante ni en el equipo de salud. Los esfuerzos deben dirigirse hacia la toma de decisiones adecuadas, consensuadas, basadas en lineamientos comunes y apoyadas por un equipo multidisciplinario que incorpore bioeticistas. Lo anterior permitiría, junto con alivianar el peso emocional de los equipos, desarrollar procesos de muerte acordes a la esencia de la persona, respetando su dignidad y considerando las restricciones dada la alta demanda actual.
En Chile, lamentablemente, las actuaciones de los equipos de salud asociadas a LET no están protocolizadas a nivel nacional de manera homogénea. Aunque no existe un consenso en cuanto a qué es una muerte digna, existen mínimos éticos a considerar aún en este tiempo tan adverso. Permitir que la muerte ocurra, acompañar a la persona en el proceso, cautelar que el deceso sea sin dolor ni sufrimiento, favorecer un proceso de cierre y la despedida de la persona con sus cercanos, independientemente de la condición socioeconómica o del tipo de establecimiento de salud donde esta sea atendida, con certeza, permitirá que la experiencia sea más compasiva y centrada en las necesidades del que fallece.
Con estas reflexiones queremos contribuir a visibilizar la necesidad de crear condiciones de un buen morir para todas las personas, especialmente en el actual contexto de pandemia. Consideramos que es necesario buscar estrategias que contrarresten la fuerte carga y los conflictos éticos que experimentan actualmente los equipos de salud. La discusión sobre LET y la protocolización nacional de su uso podrían ser una alternativa.

“Mujeres dialogando sobre Salud Pública en tiempos de crisis”
Doctorado en Salud Pública de la Universidad de Chile
Ximena Barros Rubio
Alondra Castillo Delgado
Macarena Chepo Chepo
Alejandra Fuentes-García
Daniela Nicoletti R.
M.Cristina Paredes Escobar
Karen Pesse Sorensen
M Carolina Velasco Hodgson

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