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Opinión: Hospitales en la Franja de Gaza: ¿Daño colateral?

Opinión: Hospitales en la Franja de Gaza: ¿Daño colateral?

El 10 de octubre fue publicado en la revista PLOS Global Public Health un artículo de Kunichoff et al (ver aquí) de la Universidad de Harvard, donde analizan la ubicación de detonaciones de un tipo bombas de gran poder destructivo lanzadas por Israel sobre la Franja de Gaza, y la cercanía de estas detonaciones a los hospitales de la Franja.

El período analizado en el artículo comprende desde el 7 de octubre al 17 de noviembre de 2023, es decir, durante los 42 primeros días del bombardeo luego de los ataques de Hamás.

El trabajo toma la información publicada en reportajes de CNN y New York Times (NYT), en los que, mediante imágenes satelitales e inteligencia artificial, se identificaron un conjunto de cráteres dejados por un tipo especial de bombas (Mark-84 o M-84), conocidas como “destructores de bunkers” (bunker busters). Los autores describen el poder destructivo de estas armas en los siguientes términos:

“La rotura de la carcasa de acero de la bomba en el momento de la detonación dispara 1.000 lb (453 kg) de fragmentos de acero candente en todas direcciones a 1,8 km (6.000 pies) por segundo; estos fragmentos voladores son letales hasta 360 m (1.200 pies) de distancia del punto de detonación y pueden desplazarse a más de una milla (aproximadamente 1.600 metros) de distancia.

La explosión crea una onda de choque que ejerce miles de libras de presión por pulgada cuadrada (psi) que pueden desplazar 10.000 libras (unas 4,5 toneladas) de tierra, formando un cráter en el suelo de hasta 15 m (50 pies) de ancho y 11 m (36 pies) de profundidad.

A modo de comparación, una onda de choque de 12 psi derriba a una persona, y 15 psi se considera el umbral de lesiones. Este patrón de fragmentación y la onda de choque pueden causar lesiones graves, incluyendo la ruptura de los pulmones, el estallido de los senos paranasales y el desgarro de las extremidades, y puede dañar la infraestructura hasta 800 m de distancia del punto de detonación”.

El reportaje de CNN identificó 415 cráteres en las dos gobernaciones del norte: North Gaza y Gaza. Por su parte, NYT identificó 177 cráteres en las tres gobernaciones del sur: Deir Al-Balah, Khan Younis y Rafah. En total, esta investigación consideró 592 cráteres dejados por estas bombas en toda la Franja de Gaza.

El trabajo combina las ubicaciones de los cráteres con la ubicación de los 36 hospitales de la Franja y encontró que 30 hospitales se encuentran dentro de la zona de daño de las bombas (800 metros), dos de ellos con 23 y 21 cráteres dentro de ese radio. Además, 9 hospitales se ubican dentro de la zona letal (360 metros), uno de ellos con 7 detonaciones dentro de esa distancia. La menor distancia entre un cráter y un hospital fue de 15 metros, y de 124 metros entre los hospitales ubicados en la zona de evacuación designada por Israel (ver mapa).

De acuerdo a los autores, los resultados “sugieren un bombardeo indiscriminado en cercanías peligrosas para la infraestructura hospitalaria, las que gozan de una protección especial en virtud del Derecho Internacional Humanitario (DIH)”, y que “apoyan la evidencia de que los hospitales no están recibiendo una protección especial, tal y como lo exige el DIH”. Por supuesto, compartimos tales conclusiones.

Para hacerse una idea, una sola de estas bombas lanzada en el Norte de Gaza, en condiciones normales antes de los ataques, pudo causar la muerte instantánea de hasta 2.500 personas (ver aquí). El solo hecho de ordenar lanzarla en una zona altamente poblada constituye, sin lugar a mucha discusión, un acto criminal.

Hay 592 cráteres identificados. Si tenemos en cuenta que esto fue en un período de 42 días, entonces Israel lanzó un promedio de 14 bombas M-84 diarias sobre la Franja de Gaza sólo al inicio del ataque. A esto sumémosle todas las otras armas usadas contra la población civil durante más de un año de incesante agresión.

A nuestro juicio, el trabajo de Kunichoff et al se suma a la contundente e innegable evidencia (probablemente la mayor en la historia de un conflicto) de la intención del gobierno de Israel de provocar el mayor daño posible a la población y la infraestructura de la Franja de Gaza.

Sin embargo, lo que diferencia este tipo de documentación de aquella audiovisual que vemos a diario, es que aporta evidencia científica sobre el genocidio en Gaza, calificación que actualmente pocos discuten. Esperamos que los organismos internacionales, como la Corte Internacional de Justicia, tengan a la vista esta y otras publicaciones a la hora de dictar las sentencias contra quienes están llevando a cabo esta masacre y quienes la están apoyando.

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