Expertos analizan los dilemas éticos y sociales que plantea el avance acelerado de las neurociencias y las neurotecnologías.

Seminario en la Escuela de Salud Pública reflexionó sobre el impacto de las neurociencias y la necesidad de un desarrollo con principios éticos

Seminario reflexionó sobre el impacto de las neurociencias y la ética

El pasado miércoles 6 de agosto, la Escuela de Salud Pública y el Departamento de Bioética y Humanidades Médicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile reunieron a especialistas para reflexionar sobre el rol de la ética en el desarrollo de las neurociencias y las neurotecnologías, en un contexto marcado por vertiginosos avances científicos y tensiones geopolíticas.

La fecha coincidió con un hito histórico cargado de significado: el aniversario número 80 del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima. Este hecho fue recordado por la directora del Departamento de Bioética y Humanidades Médicas, Dra. Ana María Arriagada, quien señaló que “este acontecimiento nos recuerda con fuerza cómo el desarrollo científico y tecnológico, cuando no está guiado por principios éticos y bioéticos, y queda en manos equivocadas, puede terminar siendo utilizado en contra del propio ser humano, con consecuencias devastadoras”. La académica destacó que la reflexión sobre neurociencia y ética “debe adelantarse a las preguntas, porque perfectamente hoy día, desde la neurociencia, podemos plantear una solución en la esclerosis múltiple a los pacientes que están parapléjicos, pero el tema es cuando con la mente mandemos información a soldados para que maten, y ahí las discusiones se tornan incomprensibles”.

Por su parte, la directora de la Escuela de Salud Pública, Dra. Lorena Rodríguez Osiac, dio la bienvenida a la audiencia y resaltó que “hablar de la ética a propósito de la neurociencia, a propósito de la tecnología, y de un recuerdo de una guerra que todavía está presente, es un tema muy exigente”. La autoridad subrayó que “uno por los temas éticos, pero otro por los temas de inequidad que generan, se generan muchas inequidades y creo que hoy día van a hablar ustedes de eso”. Asimismo, recordó que “así como hay muchas cuestiones negativas, hay muchas cuestiones positivas, y ahí vuelvo a los temas de inequidades; lo positivo de la nueva tecnología debiera ser de acceso más universal”.

La primera presentación denominada “¿Qué son las neurociencias?: avances y desafíos”, estuvo a cargo de Fernando René Estévez Abad, médico cirujano de la Universidad de Cuenca, con especialización en Neurología en la Universidad de Chile. Realizó estudios de posgrado en Neurociencia y Biología del Comportamiento en la Universidad Pablo de Olavide, donde obtuvo el grado de Magíster. Posteriormente, cursó el Magíster en Bioética y Derecho, así como el Doctorado en Derecho y Ciencia Política en la Universidad de Barcelona.

Estévez, compartió su recorrido personal y académico, que lo llevó desde la curiosidad por el funcionamiento del cerebro hasta la reflexión sobre las implicancias éticas de su investigación. “El problema no es la tecnología. El problema es cómo y para qué la estamos usando”, afirmó, alertando sobre el riesgo de que las neurotecnologías se desarrollen sin la participación activa de médicos, quedando en manos exclusivas de ingenieros y otros profesionales ajenos al ámbito clínico.

El especialista, profundizó en el impacto de la inteligencia artificial en el campo, señalando que “hay un montón de exploración e investigación con inteligencia artificial… quien maneje esos datos y tenga herramientas para procesarlos mucho más rápido, pues vamos a encontrar esa teoría en todo sentido: de lo bueno, de lo malo, del poder y del ejercicio”. Advirtió que las neurotecnologías comprenden un amplio conjunto de herramientas, muchas de ellas de uso médico, pero también susceptibles de ser empleadas para manipular el pensamiento y la conducta humana. “Estas interfaces pueden ser usadas con diferentes razones, con diferentes principios, para diferentes cosas, y las más potentes son precisamente las computacionales”, señaló.

Luego se dio paso a “Neurociencias: una mirada desde la salud pública”, a cargo de Valentina Fajreldín Chuaqui, Antropóloga Social, Magíster en Salud Pública de la Universidad de Chile y Magíster en Bioética de la Universidad Nacional de Cuyo. Cuenta con un Doctorado en Antropología y Comunicación en la Universidad Rovira i Virgili. Se desempeña como académica en la Facultad Odontología y en la Escuela de Salud Pública de la Facultad de Medicina.

La antropóloga en su charla abordó los riesgos éticos, políticos y sociales que emergen con estas tecnologías. “No basta con regular, con legislar, con rotular, con delimitar. Ninguna disciplina logrará alertarnos ni menos protegernos de los riesgos del avance telescientífico en el mundo mercado colombiano”, advirtió, subrayando que la discusión sobre estos avances debe involucrar a la ciudadanía y al Estado para establecer acuerdos claros y legítimos.

Fajreldín resaltó que, si bien la neurociencia puede tener aplicaciones significativas en salud pública —como en el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas—, es fundamental garantizar que sus beneficios lleguen al sector público y no se limiten al ámbito privado. “De lo contrario, podríamos estar hablando de una mera articulación de investigación científica privada y su transferencia a aplicaciones comerciales”, advirtió. También planteó que la distribución equitativa de los beneficios de la neurociencia debe ir de la mano de una reflexión ética sobre la dependencia tecnológica de América Latina frente a potencias extranjeras.

En la tercera exposición, “Neuroética, bioética y neuroprotección”, Manuel Eduardo Guerrero Antequera, Sociólogo y Doctor en Sociología de la Universidad Alberto Hurtado, con formación de postgrado en bioética clínica, ética de la investigación y neuroética en instituciones como la Universidad de Chile y la Universidad de Oxford. Académico del Departamento de Bioética y Humanidades Médicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, e investigador asociado al Centro de Ética de la Investigación y Bioética de la Universidad de Uppsala, Suecia.

El sociólogo advirtió sobre el dilema que presentan las tecnologías emergentes: “Son tecnologías inacabadas, aún no podemos prever sus consecuencias, y sin embargo, una vez que ya están implementadas, ya es tarde”. Destacó que las neurotecnologías forman parte de un amplio espectro de herramientas, algunas invasivas y otras no, que ya están presentes en ámbitos como la medicina, la educación, el comercio y la vida cotidiana.

Guerrero hizo hincapié en el impacto que estas tecnologías pueden tener sobre la autonomía individual, señalando que “lo que actualmente se podría estar manipulando es un sustrato biológico de la persona”. Explicó que este escenario plantea interrogantes profundas sobre la responsabilidad moral, la identidad y la capacidad de tomar decisiones libres. Asimismo, criticó la falta de debate democrático en torno a estas materias: “Sería bueno que estas cosas tan mayúsculas también haya un debate más abierto por la sociedad, para bajar los miedos y tener una actitud bastante más realista respecto a lo que esta tecnología puede y no puede hacer”.

El seminario concluyó con una mesa de reflexión moderada por la abogada y bioeticista Blanca Bórquez Polloni, quien subrayó la importancia de democratizar la discusión y ampliar el alcance del debate. “Decisiones tan trascendentales no las estamos poniendo hacia la sociedad, y es problemático porque no somos conscientes si serán buenas decisiones. Tenemos una tarea por delante, pero ojalá que podamos hacerlo desde aquí, desde este contexto que es latinoamericano”.

El encuentro dejó en claro que los avances en neurociencias y neurotecnologías requieren no solo del impulso de la investigación y la innovación, sino también de una reflexión ética constante que garantice que estos desarrollos estén al servicio del bienestar humano y no de su vulneración.

Revisa a continuación, el registro audiovisual del evento

 

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