Con un enfoque participativo y en diálogo con la comunidad educativa, culminó el proyecto “Alimentación, territorio y salud: exploración sociocultural y participativa con la comunidad educativa de la Escuela Rural de Quilquico, Chiloé”, financiado por el Fondo de Investigación Interno de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, y liderado por Soledad Burgos y Sebastián Medina, académicos del programa de Salud Colectiva y Medicina Social de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile.
El trabajo se propuso “caracterizar los conocimientos tradicionales, discursos y prácticas alimentarias agroecológicas locales, consideradas como protectoras para la salud humana y del territorio”. Para ello, se diseñó una metodología cualitativa que combinó entrevistas, observación participante, actividades pedagógicas y experiencias directas con niños, niñas, familias, docentes y manipuladoras de alimentos de la escuela.
El proyecto buscó conectar los procesos de investigación con las prácticas de la propia comunidad educativa. Si bien, la Escuela Rural de Quilquico ya estaba desarrollando actividades de rescate cultural con apoderados, niños y niñas, integrando saberes de la cultura chilota como parte de un currículum pertinente al territorio; a investigación permitió evidenciar la coexistencia de prácticas tradicionales de cultivo y alimentación con los efectos de la globalización y la modernización alimentaria.
Consultado al respecto, el investigador alterno Sebastián Medina señaló: “la temática de la alimentación y la salud es una de las más relevantes para la salud colectiva hoy. Sin embargo, hay pocas investigaciones que intenten de forma comprensiva y pedagógica abordar esta temática con comunidades educativas, y menos en zonas rurales”.
Y agregó: “queríamos comprender cómo estas comunidades estaban al mismo tiempo transformando su alimentación con la llegada de la modernidad, pero también estaban rescatando saberes y prácticas locales de cultivo, conservación y consumo de alimentos tradicionales. Estaban haciendo prácticas de promoción de la salud, quizás sin saberlo”.
Impactos comunitarios y aprendizajes
Según los académicos, uno de los principales impactos estuvo en la validación de la alimentación saludable como parte de la cultura local.
En esa línea, Medina destacó: “trabajar con niños, niñas y adolescentes, de la forma pedagógica y participativa, como abordamos este proyecto, fue enriquecedor para toda la comunidad y para nosotros como equipo de investigación”.
El investigador agregó que los resultados se tradujeron en herramientas educativas de largo alcance: “los impactos más mediatos son la revalidación del proyecto curricular de rescate de saberes y prácticas locales de alimentación, que quedaron plasmadas en diferentes productos pedagógicos que quedarán a disposición de toda la comunidad educativa para futuros cursos y actividades propias”.
Respecto a los cambios esperados, advirtió que “solo a largo plazo podremos ver si hay transformación de hábitos a nivel individual y familiar, solo se logrará manteniendo en el tiempo estos esfuerzos pedagógicos y ligados a la cultura local y la defensa del territorio como fuente de alimentación (el mar, las huertas familiares, el agua)”.
El proyecto alcanzó gran parte de sus objetivos iniciales y abrió nuevas oportunidades. Según el investigador, “se lograron casi todos los objetivos propuestos, aunque algunos emergieron del mismo trabajo colaborativo y pedagógico. Esta misma idea participativa fue creando necesidades y productos propios, de gran interés local, que no estaban en principio contemplados”.
Entre los productor finales destaca la creación del cómic “Breve historia de un ajo”, posteriormente adaptado a un formato audiovisual con doblaje realizado por estudiantes. Asimismo, se encuentra en preparación un libro académico titulado “Exploración de saberes alimentarios para una promoción emancipatoria de la salud en Chiloé rural”.

Relevancia para la salud pública
El documento subraya la importancia de este tipo de proyectos en el ámbito de la salud pública, al rescatar el valor de las prácticas locales frente a políticas centralizadas.

En este sentido, Medina enfatizó: “la necesidad de proyectos de investigación y acción participativos que involucren a las comunidades escolares rurales es hoy evidente, ya que son invisibles para las políticas de salud centralizadas. Apreciamos lo contrario, que, potenciando sus propios proyectos socioculturalmente pertinentes, se dan las respuestas locales para los grandes desafíos que tiene la promoción de la salud en este siglo”.
Finalmente, sostuvo: “es evidente que niños, niñas y adolescentes deben ser el foco de cambio. En este caso, toda una red de personas, saberes, prácticas y especies está debajo de una riqueza culinaria y cultural que se debe visibilizar y potenciar para pensar en una promoción de la salud emancipatoria”.
Puedes acceder al libro a traves del siguiente enlace uchile https://libros.uchile.cl/files/presses/1/monographs/1407/submission/proof/index.html

