El pasado 30 de octubre se realizó en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile el Seminario de Investigación Social “Fármacos en acción: Perspectivas desde las Ciencias Sociales”, una instancia organizada por el Programa de Salud Colectiva y Medicina Social y el proyecto “Subjetivaciones tecno-mediadas: Prácticas de automedicación con psicofármacos en estudiantes de Medicina”, financiado por el Fondo Interno de Investigación de la Escuela.
El encuentro contó con la participación de investigadoras e investigadores que han desarrollado estudios sobre el uso, la circulación y los significados sociales de los fármacos en distintos contextos. El espacio fue inaugurado por la directora de la Escuela de Salud Pública, Lorena Rodríguez Osiac, quien destacó la relevancia de promover este tipo de debates y de apoyar la investigación interdisciplinaria.
“Quiero agradecer a María Sol por realizar este seminario, primero porque el tema es importante, y segundo porque hemos hecho un tremendo esfuerzo por tener fondos en la Escuela que permitan financiar investigaciones de nuestros académicos y académicas, especialmente aquellas que abordan temas tan relevantes como el de la automedicación”, señaló.
La directora también reflexionó sobre las implicancias sociales de este fenómeno, enfatizando que “la automedicación tiene raíces en cómo nos relacionamos como comunidad: cuando hay más cohesión social y sentido colectivo, probablemente hay menos necesidad de recurrir a medicamentos para enfrentar malestares que también son emocionales y sociales”.
Por su parte, la investigadora principal del proyecto, profesora María Sol Anigstein, comentó los resultados de su estudio etnográfico realizado entre 2023 y 2024, que exploró las prácticas de automedicación con psicoestimulantes entre estudiantes de Medicina. “El estudio se centró en comprender cómo estas prácticas participan en la construcción del rol profesional y en los modos de experimentar el bienestar y el malestar en contextos formativos”, explicó.
La investigadora relató que el trabajo de campo incluyó observaciones en salas de clases, entrevistas, y una visita a una planta farmacéutica, lo que permitió analizar “cómo el conocimiento médico se entrecruza con usos de medicamentos que exceden los márgenes clínicos”.
Fármacos, sociedad y subjetividades contemporáneas
El seminario incluyó un Conversatorio donde las exposiciones estuvieron a cargo de Sebastián Rojas Navarro (Universidad Andrés Bello), Andrea Álvarez (Escuela de Salud Pública, Universidad de Chile), Ángela Cifuentes (Universidad Técnica Federico Santa María) y Diego Gilabert (Universidad de Chile), quienes compartieron resultados de investigaciones sobre salud mental, aborto farmacológico y experiencias universitarias mediadas por el uso de medicamentos.
El sociólogo Sebastián Rojas presentó una etnografía con niñas y niños en tratamiento con psicofármacos, explorando cómo estos productos se incorporan a la vida cotidiana. A través del relato de “Angélica”, una estudiante de diez años, ilustró cómo los fármacos pueden reconfigurar los modos de atención y aprendizaje: “Para mí es más fácil aprender si escucho. Como que mirar al pizarrón depende de la profesora. Cuando me tomo el remedio, puedo elegir qué escuchar y qué no”, citó el investigador.
Desde otra perspectiva, la profesora Andrea Álvarez abordó el uso del misoprostol y otros medicamentos en los abortos autogestionados en Chile, destacando cómo la introducción del aborto farmacológico transformó las condiciones de seguridad y agencia de las mujeres. “El ingreso de los fármacos para abortar ha hecho que la práctica sea más segura, incluso en contextos de clandestinidad. Eso ha cambiado radicalmente la relación entre las mujeres y el sistema de salud”, señaló.
La investigadora Ángela Cifuentes presentó parte de su tesis doctoral, centrada en los afectos y malestares universitarios. Analizó cómo la medicalización del bienestar se entrelaza con las condiciones neoliberales de la educación superior. “Los fármacos circulan en estas atmósferas afectivas donde se entrecruzan ansiedad, competencia, autoexigencia y formas de cuidado. No es solo un problema de salud mental, sino de cómo vivimos y sentimos la universidad”, explicó.
Por su parte, el antropólogo Diego Gilabert, integrante del equipo del proyecto, compartió escenas etnográficas que retratan el uso de psicoestimulantes por estudiantes de Medicina. “Nos interesa pensar cómo el conocimiento experto participa en prácticas de automedicación que, en apariencia, estarían fuera de lo clínicamente correcto. En ese cruce, hacerse médico implica también aprender a gestionar el propio rendimiento”, comentó.
La jornada concluyó con un diálogo abierto con el público, donde se destacó la necesidad de seguir articulando la investigación social en torno a los medicamentos y sus múltiples dimensiones: materiales, éticas, subjetivas y políticas. “Este seminario nos permite conectar distintas miradas y reconocer que los fármacos son más que objetos médicos: son agentes sociales que median nuestras formas de estar y sentir en el mundo”, concluyó Anigstein.
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