A través de una carta enviada a la directora de la Escuela de Salud Pública, Dra. Lorena Rodríguez Osiac, se conoció la solicitud para la actualización del nombre Programa de Salud y Comunidad hacia Salud Colectiva y Medicina Social, decisión que busca reflejar de mejor forma las actuales actividades de docencia, investigación y extensión, que desarrolla el grupo de académicas y académicos.
Según detalla el texto el nuevo nombre propuesto ha sido una designación discutida y consensuada ya hace tiempo y de forma unánime por las/os académicas/os del programa. Y lo que se busca con este cambio se Mejorar la consistencia con el quehacer académico, proyectando una corriente definida y una posición teórico-metodológica consistente y particular. Restablecer vínculos y dar continuidad a la historia de pensamiento en el marco del cuidado del cuerpo colectivo, rescatando la memoria histórica en salud y reconociendo la identidad académica del programa. Fortalecer la proyección en redes colaborativas, ampliando la participación en organizaciones nacionales e internacionales y respondiendo a la demanda creciente de herramientas críticas y contextualizadas en el ámbito académico y social.
En este sentido Sebastián Medina, académico del programa, y quien fuera jefe del equipo cuando se inició este trabajo, aproximadamente el año 2020, “es resultado de un largo proceso de reflexión y planificación colectiva. En ese proceso, consideramos relevante nombrarnos con mayor precisión para poder proyectarnos al futuro, reconociendo las tradiciones de pensamiento y acción sanitaria que dan sentido a nuestro quehacer. Así, reconocimos que el grueso de las actividades docentes, investigativas y de extensión que venimos realizando hace más de 10 años se enmarcan conceptual y metodológicamente en las ideas de la Salud Colectiva Latinoamericana”.
Esta corriente de pensamiento y acción crítica en salud es, a su vez, heredera de las pioneras reflexiones de la Medicina Social que tuvo en el Chile pre dictatorial “un desarrollo relevante y hoy, lamentablemente, son poco conocidas. Esta memoria de un pensamiento sociosanitario nacional, muy ligado a las problemáticas territoriales propias, es también lo que nos interesa reivindicar, ya que sienta las bases valóricas de lo que hoy somos y queremos ser en el futuro” detalla Medina.
Este trabajo de reflexión, permitió que durante la pandemia el equipo iniciara una serie de conversatorios y seminarios de Salud Colectiva y Medicina Social, lo que les valió virtuosos diálogos con distintas redes nacionales e internacionales.
Precisamente esta es la visión que rescata Álvaro Lefio, jefe actual del programa quien aborda la importancia de denominarse "Salud Colectiva y Medicina Social" como una forma de identificación en el campo de la salud. Destaca que la salud colectiva se refiere a un movimiento dentro de la investigación y la reflexión sobre la salud, especialmente en Latinoamérica.
“Y por otro lado el tema de la medicina social tiene que ver con establecer el vínculo histórico, y lo que queremos hacer es establecer ese vínculo histórico con esa medicina social chilena en particular y con los actores de ese mundo y sus compromisos y esta es nuestra historia y el vínculo que queremos hacer de aquí en adelante (…) Son dos declaraciones en el fondo, por un lado, la salud colectiva como movimiento dentro del campo de la investigación y de la reflexión del tema de la salud y creemos que como movimiento corriente latinoamericano de entender este complejo es que sentimos que nos identifica mucho mejor".
Este cambio, sin duda les tiene muy contentos con la proyección que tiene, pero también con el proceso al interior de la institución “la identidad es un Derecho Humano y también intenta reflejar como nos presentamos ante la comunidad académica, ante nuestros pares, ante la comunidad ampliada que nos rodea, creando mayores posibilidades de relaciones internacional que tenemos como programa. Creemos que este nombre refleja de mejor manera lo que hemos venido haciendo en investigación, docencia y extensión desde ya hace algún tiempo. Estamos muy contentos con eso y también con el proceso de la forma que se ha dado la discusión y el apoyo que mostró nuestra directora y de los distintos espacios de toma de decisiones y de gestión académica que tiene nuestra escuela como son el Comité Académico y el Consejo”.
Antecedentes históricos que dan paso a la Salud Colectiva y Medicina Social
El documento presentado de respaldo para el cambio de nombre desde Salud y Comunidad a Salud Colectiva y Medicina Social, se apoyó en diversas definiciones y estudios que validan esta línea de trabajo, algunas de las cuales se destacan a continuación.
Según Almeida-Filho y Silva-Paim (1999), la Salud Colectiva puede ser considerada “un campo de conocimiento de naturaleza interdisciplinar” que emerge hacia fines del S.XX en Latinoamérica frente a “la crisis de la salud pública convencional”. Se critica que, ésta última, “perdió el foco en las necesidades de nuestro contexto regional, quedando reducida a una colección de acciones parciales, desordenadas e ineficaces, desarrolladas por un Estado en retirada de sus obligaciones sociales” (Granda, 2004), siendo parte de la persistencia de diversas injusticias sociales, ambientales y cognitivas, las cuales determinan, en gran medida, las formas de injusticia sanitaria (Porto, 2019). Así también, se cuestiona la aproximación positivista a la producción de conocimiento, la predominancia del modelo biomédico por sobre otros marcos interpretativos y la relación estado-cuerpo social, entre otros elementos.
Frente a esta necesidad situada, la Salud Colectiva latinoamericana rescata algunos elementos centrales del pensamiento Médico-Social europeo del S.XIX (Iriart et al. 2002; Waitzkin, 2006), y los desarrollos latinoamericanos del S. XX (Allende, 1939), construyendo un conjunto de reflexiones críticas en ámbitos: ontológicos (sobre el objeto salud), epistemológicas (sobre cómo, quiénes y para qué se produce el conocimiento sobre la salud), teóricas (sobre qué conceptos utilizamos para entender la sociedad, los colectivos, los sujetos, el territorio, lo normal, lo patológico, el proceso de salud/enfermedad colectivo, etc. y sus consecuencias prácticas), metodológicas (sobre qué construcciones integradoras y relacionales, cuanti y cualitativas nos informan mejor de los problemas-ensu-contexto), de planificación/gestión de los sistemas de salud (sobre cómo planificar y gestionar en la incertidumbre, participativa y estratégicamente para transformaciones institucionales), y en promoción de la salud (como una diversidad de pedagogías críticas y sensibles orientadas al control social de las condiciones de opresión/subordinación) (Almeida, 2023; Casallas, 2017; Chapela, 2013; Breilh, 2021; Porto, Rocha & Fasanello, 2022; Spinelli, 2022; Testa, 2022, 2023).
En síntesis, estos desarrollos realizados en pocas décadas por el emergente campo de la Salud Colectiva, según Granda (2004), marcan una diferencia respecto al enfoque de la salud pública convencional, por su aporte para “observar e interpretar el proceso saludenfermedad en su realidad histórica, en su matriz contextual, en su fundamentación vital y no solo como descuento de enfermedad”.
En este marco, la Salud Colectiva −y la Medicina Social como su precedente histórico− es una corriente de abordaje teórico-político-metodológica que se sustenta en una reflexión y construcción de conocimiento situado en Latinoamérica, que consideramos como equipo académico nuestra opción principal de abordaje del campo de la salud en ámbitos específicos de aplicación, tales como: antropología médica y de la salud, interculturalidad crítica, género y feminismo, historia y memoria colectiva, democracia y procesos participativos en sistemas de salud, derechos humanos, promoción emancipadora de la salud, epistemología, arte y metodologías sensibles de investigación, acción y cuidados.