Columna de opinión:

Productos del mar: desafíos, responsabilidades y oportunidades para su preservación y consumo en Chile

Productos del mar: desafíos, responsabilidades y oportunidades

Con una extensa costa y una amplia biodiversidad marina, Chile se posiciona como una de las zonas costeras más privilegiadas del mundo. Esta riqueza se refleja en la variedad de pescados, mariscos y algas, que no solo forman parte de nuestra cultura alimentaria, sino que también destacan por ser altamente nutritivos, fundamentales para una buena salud, esenciales para la protección del medio ambiente y un pilar para el desarrollo económico y cultural del país.

Los productos del mar son ampliamente reconocidos por sus beneficios nutricionales. Mientras que los pescados destacan por su aporte de proteínas de alto valor biológico y por ser una excelente fuente alimentaria de ácidos grasos omega-3, los mariscos y algas son una fuente importante de vitaminas y minerales como el hierro, el zinc y el yodo, además del elevado aporte de fibra dietaria. Todos estos nutrientes les asignan propiedades inmunológicas, digestivas, antioxidantes, neuro y cardioprotectoras, que van en directo beneficio de quienes consumen productos del mar de forma regular.

Los alimentos marinos también destacan por sus beneficios medioambientales y sociales. Una gestión pesquera y acuícola responsable y sostenible contribuye directamente a la conservación de la biodiversidad marina. A su vez, la producción de productos del mar se asocia con una menor huella de carbono en comparación a la obtención de otras fuentes de proteína animal como las carnes rojas. Socialmente, la pesca y la acuicultura son actividades que fortalecen la economía de las comunicades costeras y del país, generando empleo, impulsando el desarrollo local, preservando oficios tradicionales y revalorizando la cultura alimentaria de productos marinos.

A pesar de su valor nutricional, ambiental, cultural y económico, el consumo nacional de productos del mar sigue siendo bajo. En la actualidad, en Chile se consumen 16,8 kg per cápita al año (Sociedad Nacional de Pesca, 2024), cifra que, aunque ha mostrado una tendencia al alza, se mantiene por debajo del promedio mundial (20 kg) y del consumo que tienen otros países líderes costeros como China y Perú. Además, sólo el 9,2% de la población en Chile reporta cumplir con el consumo recomendado de 2 porciones de pescado a la semana (Encuesta Nacional de Salud 2016-2017). Aunque las actuales Guías Alimentarias para la Población Chilena (2023) recomiendan “Aumentar el consumo de pescados, mariscos o algas de lugares autorizados”, sugiriendo un mínimo de dos porciones semanales, aún esta recomendación parece inalcanzable para gran parte de la población. El bajo acceso a productos del mar frescos, el alto costo, la presencia de otras alternativas procesadas más económicas y la percepción cultural de que son productos riesgosos y de difícil preparación, son solo algunas de las barreras que limitan el cumplimiento de esta recomendación. Por ello, en el país aún es un desafío pendiente lograr revertir las brechas existentes entre la amplia disponibilidad de productos del mar y su incorporación efectiva en la dieta de la población. En el  caso de las algas además la regulación para su comercialización aún presenta importantes brechas.

Para poder garantizar los beneficios de los productos del mar sin arriesgar la biodiversidad marina, es prioritario impulsar prácticas de producción sustentable y de consumo responsable desde distintos actores. El Estado debe velar por la implementación y fiscalización efectiva de la vigente Ley de Pesca y Acuicultura, para asegurar el respeto de los periodos de veda y las cuotas de captura, además de impulsar la actualización de normativas que vayan en beneficio de la pesca artesanal y la acuicultura sostenible. La industria pesquera debe garantizar el cumplimiento de las regulaciones, implementar prácticas ambientales que minimicen el impacto a los ecosistemas y promover productos del mar innovadores, inocuos, llamativos y accesibles para el consumidor. Desde la comunidad científica y académica, en cambio, se debe impulsar la generación y difusión de conocimiento sobre los recursos marinos, sus propiedades y beneficios y las mejores prácticas de manejo, mientras que los profesionales del rubro alimentario pueden liderar la comunicación y educación alimentaria para la población, promoviendo su consumo seguro y sostenible.

El rol de los consumidores es tan esencial como el de los productores y reguladores, debido a que las decisiones de compra impactan en las prácticas de extracción y comercialización de productos del mar. En este sentido, como consumidores podemos llevar a cabo acciones que beneficien los ecosistemas marinos: la compra de pescados, mariscos y algas de lugares autorizados y de productores locales; la preferencia de productos de temporada y de alimentos con Sello Azul y otras certificaciones; la priorización de productos más abundantes y económicos -pero menos valorizados- como el jurel, la reineta, el chorito, y el cochayuyo, entre otros; la conservación adecuada de productos del mar para prolongar su duración y evitar desperdicios; así como la incorporación de alimentos marinos en comidas semanales, en distintos formatos y en preparaciones cotidianas como ensaladas, guisos, budines, caldillos y otros. Todas estas medidas contribuirán a apoyar la venta legal, la producción responsable, el cumplimiento de normativas y de los periodos de veda y captura, asegurando una cadena productiva sostenible.

Estudios recientes además muestran que aproximadamente el 50% del peso de los pescados procesados en la industria pesquera se convierte en subproductos como cabezas, vísceras y espinas, los que podrían ser fuente de nutrientes también y ser utilizados y no desechados.

En el marco del Mes del Mar, reflexionar y visibilizar los desafíos, responsabilidades y oportunidades que enfrenta Chile para aumentar el consumo de productos marinos, nos invita a repensar en políticas públicas que favorezcan su consumo por ser productos saludables, manteniendo una producción sostenible, así como también analizar nuestras propias prácticas culinarias. El mar chileno es una fuente invaluable de salud, bienestar y desarrollo.

Por Paulina Molina Carrasco, Departamento de Nutrición de Grupo Transdisciplinario para la Obesidad de Poblaciones (GTOP) y estudiante de Doctorado en Salud Pública de la Universidad de Chile; junto a Lorena Rodríguez Osiac, de la Escuela de Salud Pública y del GTOP de la misma casa de estudios.

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