Inocuidad alimentaria: mirando a Chile desde la Salud Pública

Inocuidad alimentaria: mirando a Chile desde la Salud Pública

Por Óscar Arteaga Herrera

Director Escuela de Salud Pública

Universidad de Chile

Las enfermedades transmitidas por alimentos (ETA) constituyen un importante problema de salud pública. En efecto, millones de personas en el mundo se ven afectadas por este tipo de enfermedades, falleciendo cada año aproximadamente 2 millones de ellas, en especial niños. Detrás de la creciente importancia de estas enfermedades en las agendas nacionales e internacionales subyacen factores asociados a la globalización, el comercio internacional, crisis alimentarias en países desarrollados y, sobre todo, el hecho que estas enfermedades pueden afectar masivamente a la población

Se estima en unas doscientas las enfermedades trasmisibles por los alimentos, es decir, problemas de salud asociados al consumo de alimentos con agentes contaminantes en cantidades suficientes para afectar a las personas. Para reducir su carga es necesario que los gobiernos, la industria alimentaria, la academia y la ciudadanía aúnen esfuerzos y fortalezcan los mecanismos de prevención y protección.

La Organización Mundial para la Salud (OMS), reconociendo la importancia de las enfermedades transmitidas por alimentos. ha centrado la celebración del Día Mundial de la Salud en la inocuidad de los alimentos. Además, en su trabajo cotidiano, OMS colabora con una amplia gama de organizaciones nacionales e internacionales, no gubernamentales, instituciones de salud pública, comunidades locales, industrias, universidades, entre otras, y con los diferentes Estados para prevenir, detectar y dar respuesta a los brotes de enfermedades transmitidas por los alimentos, de acuerdo con el Codex Alimentarius. Junto con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), OMS alerta a los países de las emergencias relacionadas con la inocuidad de los alimentos a través de una red internacional de información.

Sin embargo, en un contexto nacional e internacional caracterizado por la epidemia de la obesidad y del sobrepeso, resulta conveniente abordar la inocuidad no solo desde el punto de vista de la enfermedad, sino de la promoción de la salud. Lo que nos interesa, a quienes trabajamos en el campo de la salud pública, es asegurar que los alimentos no sean tóxicos, sino que también sean nutritivos y saludables.

Hoy el deber de los Estados no es solo normar y velar que los alimentos no transmitan bacterias, virus u otros agentes generadores de enfermedades, sino que sean saludables en el más amplio sentido de la palabra. Esto se traduce en que contengan los nutrientes necesarios y no ofrezcan en exceso otros que dañan la salud, como sodio, grasa o azúcar.

En el caso de Chile este último punto cobra especial importancia al analizar las políticas públicas desde una perspectiva de salud. Un ejemplo de esto es la Agencia Chilena para la Calidad e Inocuidad Alimentaria, ACHIPIA, que está radicada en el Ministerio de Agricultura.

Es evidente que el país necesita una agencia del Estado dedicada a la inocuidad alimentaria. Sin embargo, que esta dependa del Ministerio de Agricultura ¿es la mejor solución institucional? Nos parece que no. El tema no es administrativo, sino que de inconsistencia con el rol que debe tener una agencia de inocuidad alimentaria. El Ministerio de Agricultura de Chile está centrado en asegurar la producción agropecuaria y uno de sus mayores desafíos es convertir al país en una potencia alimentaria. La perspectiva que legítimamente predomina es, obviamente, la económica y los intereses que esto supone. No es su enfoque ni su rol proteger la salud de la población ni su giro principal asegurar que los alimentos sean saludables.

Por otra parte, la institución del Estado que tiene por misión velar por la salud de las personas es el Ministerio de Salud. Por lo mismo, sería mucho más consistente con el rol de ACHIPIA y con los desafíos de salud pública que tenemos como país, que esta agencia dependiera de la cartera de salud. De este modo, al momento de confrontar los intereses económicos con los de salud de la población, al menos, la defensa de estos podría ser hecha al mismo nivel político y no desde la posición subalterna que hoy tiene ACHIPIA.

Ciertamente, la inocuidad de los alimentos es un problema transversal, tanto de países desarrollados como en vías de desarrollo. En Chile, desde la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, reiteramos el llamado a trabajar para hacer realidad el concepto de salud en todas las políticas, única manera de avanzar hacia ese estado de completo bienestar físico, psíquico y social con que OMS nos convocó desde su fundación el 7 de abril de 1948.

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